Ana Laura Guerrero
A veces pienso que no fue
casualidad
Yo le salve la vida y el me
salvo el alma…
Esa noche nos proporcionaba
el marco suicida perfecto;
El mar y la madrugada nos acariciaban y no había nada ni nadie
Lo mire desde mi ventana,
parecía aturdido, a pesar del silencio,
Caminaba despacio, la muerte
le acompañaba, se notaba desde lejos.
Tal vez fue empatía, yo no
tenía el valor pero deseaba hacer
Lo mismo, queríamos que
nuestro contrato terminara.
Apresurada corrí a
detenerlo, lo mire oscuro, lo mire lejos y
También perdido.
Las vivencias le trajeron
canas y los desvelos arrugas,
Parecía de 40 o menos ¿o
más?
Logre que su mirada se
fijara en mí, le dije lo que yo no solía escuchar:
- Hay tantas cosas por las
cuales seguir- susurre- casi amanece,
No te vayas aun, ¿quieres
café?
La brisa llego temprano a
sus ojos y el agua salada recorría sus
Mejillas y paresia asustado, no sabía donde dejaba sus
huellas.
Fui a casa, prepare café,
cogi dos cigarrillos y los lleve
A la orilla donde el se encontraba.
Después de este evento
desafortunado, el decidió adherirse a mi- y
no me molestaba- su risa era
de niño y el carácter como de abuelo,
No le pregunte nada y el no
me pregunto nada.
Éramos dos vacíos tratando
de llenarse con humo, café y cariarías,
Yo sonreía mas y el era la
razón.
Una noche cuando la luna se
hacia testigo voluntario,
El vacío se convirtió en
amor, la pasión nos llevo
Y nos trajo de nuevo.
Olvidamos el mar y ese
episodio trágico, solo existíamos
los dos, nos dábamos vida.
Nuestro cupido fue la muerte
y ahora lo agradezco.
A veces pienso que no fue
casualidad
Yo le salve la vida… pero el
me salvo el alma.
Tsss mírala! Tu muy bien!
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