viernes, 22 de febrero de 2013

Metamorfosis

Lorena Rojas

— ¿Quién eres tú? —preguntó. 

—Casi…, casi no lo sé. Hasta el momento… al menos, yo sé quién era cuando desperté esta mañana, pero me parece que he tenido muchos cambios desde entonces. 

Alicia en el País de las Maravillas. 



Una mañana, después de una narración nocturna intranquila, mi cuento se despertó convertido en un monstruoso poema malhecho. 

Su base narrativa perfecta, estaba hecha un desastre suave y difuso, como gelatina parlante y amorfa. Sus oraciones perfectamente hiladas, eran ahora versos ridículamente pequeños, alejados… sin la bella historia que los unía. 

El antes cuento, estaba lleno de parafernalia innecesaria: metáforas, alegorías y comparaciones que estropeaban y deformaban su existencia, su ser. 

El dolor y la nostalgia le oprimían cada una de sus letras, la incomodidad ante o que era le impedía expresarse, se sentía mudo, inválido, inútil. Los oídos y ojos que antes fueran sus amigos cada noche antes de dormir, esta mañana lo veían y escuchaban con recelo, con extrañamiento. Pudo percibir desde la subjetiva posición en la que se encontraba, la desaprobación de su pequeña audiencia. Esos que antes se interesaban a diario en él, que alababan su inicio atrapador, su interesante desarrollo, y su sorpresivo final… ahora no lograban sentir por él ni un poco de emoción, por la simple razón de no comprenderlo. Era tan distinto a lo que ellos deseaban tener cerca. 

Este viejo amigo mío, era una pila de letras que no sabía lo que pasaba… la elocuencia y suspenso febril de sus ayeres estaba transformada, y aún más lo estaba todo a su alrededor. Siendo un simple poema devaluado, el mundo parecía mucho peor. 

Sus palabras adquirieron un nuevo orden, la teoría del caos vivía en él. Le parecía que no había algo que asustara más a los ojos y oídos humanos, que un orden alterado. 

Y así, sólo en el mundo, diciendo todo y a la vez nada, mi poema malhecho lloraba estrofas completas en la oscuridad, y mientras el mundo parecía aborrecer a las poesías, él se preguntaba a gritos: -¿Por qué mejor no desperté siendo un insecto?-. 


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