No es de extrañarse cuando te encuentras a un niño imitando a algún artista de
televisión, es fácil que gracias a su inocencia mental se sienta atraído a
dicho artista. A pesar de que el pequeño no sepa que el artista es un perdedor
en la vida real y que solo sabe hacerlo bien actuando en una película. De la
misma manera, no es nada extraño encontrar a un niño en el supermercado
haciendo berrinche, pidiendo a sus padres que le compren un producto que ya
conoció de su existencia todo gracias a la bendita televisión. No es de
extrañarse en verdad, ¿por qué la mamá se hace la inocente después de dejar a
su pobre criatura enfrente de la televisión 6 horas diarias?
Por otro lado, no culparé totalmente al engendro del siglo
pasado, la publicidad hoy en día, la encuentras hasta en los baños. Y no es por
exageración, ciertamente hasta en estos lugares puedes encontrar publicidad, y
esto es debido a una táctica puramente intencional, me explico: el cuerpo al
momento de expulsar las toxinas presentes en la orina y en los desechos, llega
a un estado de relajación, el cual es el más óptimo para retener la
información. Realmente invasivo, pero así nos encontramos, rodeados de un mundo
plagado de publicidad. Ahora bien, puede influir mucho el hecho de que nos
encontremos en un estado vulnerable para adquirir el mensaje que la publicidad
quiere sembrar en nosotros, pero al menos, como adultos tenemos la suficiente
madurez como para decidir si nos tragamos lo que nos persuade el mensaje
publicitario. Pues veamos entonces, ¿qué pasa con los niños?, la publicidad ya
llegó a desarrollar también las tácticas necesarias para enganchar a los niños,
ya que a estas alturas se ha convertido en un consumidor potencial. Y es que
claramente, es más conveniente encontrar en los niños la aceptación del mensaje
gracias a su inocencia y la facilidad con que se consigue su atención.
La publicidad ha generado en nosotros el camino a seguir su
desarrollo, el corresponsal de su existencia. Es decir, aceptamos la
publicidad, caminamos a diario con los medios de comunicación masiva a un lado,
consumimos, malgastamos, compramos apoyando al mantenimiento de la publicidad.
Y por su parte, ¿cuándo un niño va a concientizar si es consumidor potencial o
no? En fin, poco termina importándonos
si nos convertimos en uno de los peldaños de la comercialidad y sus intereses.
Pero, ¿por qué dejamos que pase lo mismo con los niños?, si hemos decidido ser
consumidores potenciales de marcas y empresas podridas en dinero ¿por qué
dejamos que los niños se induzcan al mismo hábito? Es cuestión de reflexionarlo
cada quien, en su mejor asiento. Y en lo que a mí concierne, prefiero saber a
algún niño cercano con las piernas llenas de moretones por jugar en la calle,
que saberlo usando lentes porque ya terminó con su vista al estar pegado 6 horas
diarias frente al televisor viendo comerciales con intereses de ventas
potenciales.
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