jueves, 11 de abril de 2013

El dolor de la música




En pleno siglo XXI, la música se ha convertido para muchos la identificación comunitaria de expresión cultural, o bien, solo una simple insignia de moda para estar in. Es decir, es patético saber que la gran mayoría de las personas que se identifican con la música son adolescentes, mismos a quienes les preocupa más estar a la moda que darles de comer a su perro. Y es cosa de todos, no lo negaré: conocer a la banda de moda, escuchar la canción más reciente, y hacerte el único que la conoce desde hace años, bien, puede que también me guste y no sólo porque está de moda.

  Pero, distando un poco de lo antes mencionado, la valoración profunda de la música está ya muy lejos de nuestro pensamiento, ¿será acaso porque la obtención de este arte se volvió tan fácil a comparación de otros tiempos? Es cierto, ya no nos educan de la misma manera, ya lo tenemos todo a la mano y esto indudablemente conlleva a la ausencia de valoración por algo bueno. Ahora, podemos cambiar la canción que no queremos con apretar next cuando nuestros padres no podían hacer eso tan fácilmente con la aguja y el acetato, al menos escuchaban toda la canción para esperar la que deseaban. Y es de pensarse seriamente, porque gracias a esto pensamos mejor en música cuando escuchamos la típica canción que pasan en el comercial de la coca y no pensamos mejor en Vivaldi, Beethoven o Bach. Hemos abandonado el verdadero concepto de arte, de música. ¿Será acaso porque tenemos todo inmediato, tanto que lo podemos obtener dándole clic a download y ya no porque voy a comprar un LP grabado rústicamente? En verdad prefiero escuchar el blues de la guitarra distorsionada a la antigua, de Jimi Hendrix a un cover remasterizado de una banda reciente.

La música se valora por lo que cuesta hacerla, por lo que cuesta ingeniarla, no porque a un montón de idiotas les gusta hacer efectos especiales con la máquina y usarlo como playback para ponerle letra.
 
Gabriela Arredondo

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